Una mujer mirando su teléfono celular.

El mito de empezar pronto: por qué nunca es tarde para empezar a invertir

Te explicamos por qué invertir pronto es más difícil de lo que parece y qué puedes hacer para que tu dinero crezca tengas la edad que tengas.

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A muchos nos ha pasado algo parecido al asesorarnos en cuestión de inversiones. Ya sea tu pareja, tu cripto bro, o un cuñado en la cena de Navidad nos suelen contar siempre la misma historia: «A la hora de invertir, hay que empezar pronto». 

Pero estos “asesores” no te hablan de la gran cantidad de obstáculos que te puedes encontrar cuando estás ahorrando, sobre todo cuando eres joven. Entre la precariedad de los primeros empleos, la falta de educación financiera y las barreras socioeconómicas, la mayoría de la gente se limita a ir tirando. Y, después, cuando por fin se dan las condiciones para empezar a invertir el dinero que han apartado tras años de duro trabajo, les dicen que ya es demasiado tarde. 

Lo cierto es que nunca es tarde para hacer crecer tu dinero. Y, aunque el tiempo sí importa a la hora de invertir, no tiene por qué ser algo tan crítico como piensas. Te sorprendería saber cómo tan sólo unos años pueden afectar a tus ahorros.

En este artículo, te explicamos por qué es tan difícil empezar a invertir pronto, te cuenten lo que te cuenten. A continuación, te revelamos formas de hacer crecer tu dinero cuando por fin puedas hacerlo, tengas la edad que tengas. 

Por qué es tan difícil empezar a invertir pronto

Para que tu dinero crezca a largo plazo, el tiempo es un factor importante en el mercado. Si logras apartar incluso una pequeña cantidad de ahorro cada año, puedes amasar una suma considerable. 

Pero antes de sacrificar tu café matutino para invertir en un ETF, será mejor que te replantees la situación. En la vida real, eso de que cualquiera está en condiciones de abrir una cuenta de valores con 21 añitos no está tan claro. Veámoslo. 

La mayoría de jóvenes no tienen mucho dinero de sobra 

Según USA Today, el 65 % de la generación Z y el 74 % de los millennials de EE. UU. afirman que están más atrasados en términos financieros que las generaciones anteriores. La crisis financiera de 2008 y sus consecuencias tuvieron efectos desastrosos para la economía, el empleo y los salarios de los millennials que empezaban a acceder al mercado laboral. 

Después, en 2020, la pandemia de COVID-19 provocó una destrucción de empleo inaudita que afectó principalmente a los jóvenes. Ahora, con los precios de la vivienda por las nubes y la inflación, la vida de los jóvenes se encarece tanto que muchos buscan un segundo trabajo para poder llegar a fin de mes. Con tanta inestabilidad, no nos extraña que los jóvenes no tengan ni un duro para empezar a ahorrar para su jubilación. 

A muchos nos falta la formación y orientación que necesitamos 

Huelga decir que la inversión no se basa en la intuición. Saber cuándo, dónde y cómo invertir en cualquier tipo de producto que pueda crecer suele requerir una formación y educación que muchos no poseemos. Según la CNBC, el 34 % de los millennials de EE. UU. afirman que no invierten porque no saben cómo hacerlo. Del mismo modo, conforme a un estudio sobre la generación milenial en Europa, la tercera parte de ellos no invierten por falta de conocimientos. Lo cierto es que la educación financiera suele limitarse a las familias acaudaladas, lo cual mantiene intacta la brecha entre ricos y pobres. 

Los factores socioeconómicos son determinantes

Por desgracia, no vivimos en un mundo con igualdad de oportunidades, sobre todo en materia de finanzas. Según una encuesta realizada en 2022 por N26, las mujeres invierten un 29 % menos que los hombres. Esto se debe a una variedad de factores, por ejemplo, una brecha salarial de género que se resiste a ceder y las consecuencias desiguales que el embarazo y el cuidado de los niños tienen en la carrera profesional de la mujer. Pero esto empieza mucho antes: según una reciente encuesta que apunta que los padres suelen enseñarles a sus hijos a crear riqueza y, a sus hijas, a ahorrar. 

Y eso es solo la punta del iceberg. La brecha racial entre ricos y pobres sigue predominando en Europa, sobre todo para los inmigrantes y refugiados. Muchos inmigrantes de primera generación no pueden obtener mucha ayuda financiera de su familia o incluso mantienen a sus familiares ellos mismos. Para las personas del colectivo LGBIQ+, la constante discriminación en toda Europa no solo supone una brecha de riqueza, sino también un mayor número de personas sin techo e incluso discriminación salarial, por lo que invertir les resulta más difícil que para las personas heterosexuales o cisgénero. 

Los jóvenes no son propensos a pensar en el futuro y, de hacerlo, no suelen verlo con esperanza

Nuestro cerebro no se desarrolla plenamente hasta los 25 años. En concreto, la corteza prefrontal (la zona del cerebro encargada de las funciones ejecutivas) es la última en desarrollarse. En otras palabras, pensar en el futuro, controlar los impulsos y planificar es más difícil antes de esa edad, así que estamos programados para vivir el momento y no pensar en cosas que no vemos cercanas en un corto plazo, como la jubilación. 

Esto no quiere decir que los jóvenes no piensen en el futuro: a todos nos mueven las esperanzas, sueños y metas. Pero debido a todos los contratiempos a los que se han enfrentado la generación Z y la millennial, además de la amenaza del cambio climático, algunos han perdido la fe en la política y se han vuelto cínicos de cara a lo que nos espera en las próximas décadas. Así pues, cuando el futuro te parece tan lejano, invertir en él no tiene mucho sentido. 

¿El tiempo es un factor importante a la hora de hacer crecer tu dinero?

Como ves, los jóvenes tienen motivos de sobra para no empezar a ahorrar dinero a una edad temprana. Entonces, ¿por qué todo el mundo insiste en que hay que empezar cuanto antes? ¿Puedes recuperar el tiempo perdido si empiezas más tarde? ¡Vamos a verlo! 

Productos de inversión y de ahorro: ¿cuál es la diferencia? 

Antes de hablar del tiempo, debemos aclarar dos modalidades distintas que la gente ha utilizado a lo largo de la historia para hacer crecer su dinero: los productos de inversión y los de ahorro. 

Las inversiones son instrumentos financieros que se compran con la esperanza de que su valor aumente. Y la inversión puede hacer referencia a todo aquello que esté concebido para generar ingresos futuros. Esto incluye las acciones, los bonos, los bienes inmuebles, el capital riesgo, los metales preciosos y muchas cosas más. Aunque uno tiene la esperanza de que su inversión le haga ganar dinero, existe un riesgo elevado de depreciación (o incluso de que su valor llegue a cero).

En cambio, los productos de ahorro son cuentas en un banco o entidad financiera en las que puedes depositar tu dinero y obtener intereses. Si bien los tipos de interés pueden fluctuar y las ganancias no ser tan abultadas como en las inversiones, por lo general no asumes el riesgo de perder el capital depositado. 

El tiempo puede correr a tu favor tanto con los productos de inversión como con los de ahorro. Esto se debe a las tendencias históricas (en el caso de las acciones y los bonos) y el poder del interés compuesto (en el caso de ambos). 

Invertir en el momento adecuado o invertir con paciencia

Habrás oído decir que comprar o vender una inversión «en el momento adecuado» es importante. Como suele decirse, «compra barato, vende caro», es decir, compra una acción (o cualquier otra inversión) cuando baje su precio y véndela cuando suba.

Pero la paciencia te puede llevar mucho más lejos, es decir, el tiempo que conserves tu inversión. Nadie puede predecir con certeza cuándo una inversión concreta subirá o bajará de valor, pero aunque elijas el peor día del año para invertir, lo más probable es que tu inversión suba de valor de forma gradual si tienes paciencia.

¿Por qué? Porque aunque el mercado tiene altibajos, una larga duración suele conllevar ganancias en positivo. Pero recuerda que el pasado no sirve para predecir el futuro. Aun así, todas las caídas de la historia del S&P 500 (el índice que sigue el rendimiento de las acciones de 500 de las mayores empresas que cotizan en Estados Unidos) han ido seguidas de un periodo de recuperación y crecimiento. Estos ciclos pueden tardar varios años (en algunos casos, más de una década) en desarrollarse, pero pensar a largo plazo puede ayudarte a soportar los años de caídas durante el tiempo suficiente para volver a ver la próxima subida. Pero insistimos: las tendencias históricas no tienen por qué predecir el futuro y toda inversión acarrea un elevado nivel de riesgo e incerteza.

Si inviertes a largo plazo también puedes beneficiarte del denominado interés compuesto.

¿Qué es el interés compuesto y por qué es importante?

Si crees que tu inversión o tu dinero generará una rentabilidad anual positiva en un producto de ahorro a lo largo del tiempo, también puedes beneficiarte del fenómeno conocido como interés compuesto. En pocas palabras, el interés compuesto consiste en que las ganancias de tu inversión o tus ahorros se reinvierten para que sigan generando más ganancias. El interés compuesto es como un acelerador que permite que tu dinero crezca más rápido.

Con un producto de ahorro como una cuenta de ahorro de fácil acceso, el interés compuesto es muy sencillo: los intereses de tu depósito se reinvierten y cobras intereses de tus intereses. 

Las inversiones como las acciones pueden generar dinero principalmente de dos formas. Primero, si aumenta el valor de la acción, se denomina plusvalía. También hay acciones que reparten dividendos, es decir, un importe que la empresa abona a sus accionistas, normalmente, cuando la empresa es rentable. Si reinviertes los dividendos para comprar más acciones, puede que también aumenten su valor, por lo que unas ganancias se suman a otras.

El interés compuesto surte el mayor efecto cuando le das el máximo tiempo posible para actuar. Pero incluso en un breve periodo de tiempo, puede dar resultados sorprendentes. A continuación, te contamos cómo.

El interés compuesto y la regla del 72

Podemos emplear un principio denominado «Regla del 72» para ilustrarlo. Esta fórmula rápida es una aproximación que estima cuántos años pueden ser necesarios para duplicar el dinero que inviertes tomando como base una tasa de rendimiento anual promedio. 

Sólo hay que dividir el número 72 entre un tipo de interés anual cualquiera. Para ilustrarlo, utilicemos un tipo de interés del 6 %, que está por debajo del rendimiento medio del MSCI Europe durante los últimos 5, 10 y 20 años. A continuación, podemos determinar cuántos años harán falta para duplicar tu saldo inicial. Por ejemplo, si inviertes 10.000 € y esperas una tasa de rendimiento anual promedio del 6 %, en teoría tus 10.000 € tardarán unos doce años en convertirse en 20.000 € (72/6 = 12). 

Si has invertido en un producto de ahorro, como una cartilla, cuenta de ahorro o depósito a plazo fijo, sabrás más o menos cuánto obtendrás al final de tu plazo de depósito cuando firmes el contrato con tu banco. Y, aunque los tipos sean bajos, el riesgo es mucho menor. Partamos de un rendimiento anual del 3 %. Durante el mismo plazo de 12 años, tu dinero superará los 14.000 €. No obstante, a diferencia de una inversión, no siempre podrás retirar el dinero cuando lo desees sin abonar una comisión. 

Doce años pueden parecerte una eternidad ahora. Pero aunque tengas más de 30 o 40 años, llegarán mucho antes de tu jubilación. Así que nunca es tarde para empezar. Sí, el tiempo es importante, pero, lo creas o no, el tiempo corre a tu favor aunque ya no seas tan joven.

Entonces, ¿a qué edad debes empezar a ahorrar e invertir? 

Ahorrar dinero puede suponer todo un reto cuando eres joven, ya sea para la jubilación o para comprar algo en el futuro. Sin duda, es una carrera de obstáculos, principalmente sistémicos, que afectan a generaciones enteras.

Pero si tienes algo de dinero ahorrado y quieres hacerlo crecer, el momento de empezar es ahora. Gracias al interés compuesto, puedes hacer crecer tu dinero asumiendo el riesgo con el que te sientas más a gusto. 


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