La penalización por maternidad: ¿qué es y cómo podemos combatirla?
Todo el mundo sabe que tener hijos cuesta dinero, pero ¿sabías que también impacta negativamente en el salario de las mujeres? Sigue leyendo para saber más sobre la penalización por maternidad.
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Después de siglos desplazadas de todo lo habido y por haber —la política, las finanzas o incluso el arte—, las mujeres han conseguido grandes avances en las últimas décadas. No obstante, incluso con este gran progreso, el salario de la mujer aún no es igual al del hombre. Los investigadores han identificado la maternidad como un posible factor clave que originaría esta desigualdad. Hoy hablaremos más a fondo de lo que los expertos llaman «penalización por maternidad». Sigue leyendo si quieres saber qué es, por qué existe y qué podemos hacer para conseguir la igualdad. Explicado de forma simple, por penalización por maternidad se entiende la pérdida de ingresos de las mujeres con hijos. Diversos estudios demuestran que el salario de las mujeres disminuye en hasta un 5 % por hijo comparado con el de las mujeres que no son madres. Lamentablemente, esto es solo la punta del iceberg. En la actualidad, los hombres ganan más que las mujeres en todos los países del mundo. De acuerdo con las estimaciones de la brecha salarial de género, las mujeres de todo el mundo cobran de media 77 céntimos por cada dólar que percibe un hombre. Además, según los estudios, la penalización por maternidad constituye un 80 % de la brecha salarial. Cuando se comparan los ingresos de madres y padres, el hecho de tener hijos no parece afectar al salario de los hombres. Los datos muestran de forma consistente una fuerte caída del salario de la mujer tras el primer hijo, mientras que el del hombre se mantiene relativamente estable. En 2019, un estudio basado en datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos mostró que las madres trabajadoras solo cobran 71 céntimos por cada dólar que percibe un padre trabajador, lo que supone una pérdida anual de 16.000 $. Entre los expertos prácticamente no existe ningún tipo de discrepancia en que tener hijos tiene un impacto negativo en la carrera profesional de las mujeres y, como consecuencia, en su bienestar financiero. Otro estudio realizado en 2019 compara la llamada «penalización por hijo» entre distintos países. El estudio es impactante, ya que se descubrió que Alemania tiene la penalización más alta: en promedio, las mujeres perciben un 61 % menos que antes de convertirse en madres. Suecia y Dinamarca tienen la tasa más baja, con una pérdida del 27 y 21 % respectivamente. Sin embargo, estas cifras también representan una gran pérdida de ingresos, especialmente a lo largo de la vida de la mujer. Tener hijos no es tarea fácil. Y decirlo así sería quedarse corto. El embarazo y el parto son extenuantes para nuestro cuerpo, y la recuperación física y emocional puede llevar un tiempo. Por si fuera poco, no podemos olvidar que los recién nacidos y los niños pequeños necesitan cuidados constantes, independientemente de si se les amamanta o no. En algunos países o lugares de trabajo, las políticas de baja por maternidad no son especialmente largas o, directamente, no existen. Esto fuerza a las mujeres a tomar decisiones difíciles sobre, por ejemplo, volver al trabajo antes de lo previsto, cómo pagar el costoso cuidado de los niños e intentar encontrar el equilibrio entre la vida laboral y ser madre a una edad temprana. La vuelta al mundo laboral es incluso más complicada si se tienen varios hijos, especialmente si se llevan pocos años entre ellos. Cuanto más tiempo se quede la mujer en casa, incluso si trabaja a media jornada, sus perspectivas de futuro e ingresos potenciales serán cada vez menos optimistas. Por eso la brecha salarial aumenta cuando las mujeres entran en los años clave para tener hijos. Aunque las políticas de baja por maternidad y paternidad para ambos progenitores ayudan, la brecha salarial de género sigue existiendo, incluso en los países donde se aplican dichas normativas. Esto podría deberse a la presión impuesta a las mujeres para pasar tiempo con los niños desde el principio. Otro motivo podría ser que muchas mujeres prefieren no trabajar durante los primeros años de vida del bebé. Incluso en países como Dinamarca, donde el permiso por nacimiento está muy bien remunerado, muchos hombres no aprovechan la oportunidad de disfrutar de una baja por paternidad pagada. Uno de los motivos podría ser los estereotipos de género anticuados, pero la decisión también podría deberse a motivos prácticos. Al fin y al cabo, las mujeres se enfrentan a un mercado laboral en el que ganan alrededor de un 20 % menos que sus parejas masculinas. Por eso, en el caso de muchas familias, se asume que la decisión de que la madre perciba la mayor parte de ingresos del permiso por nacimiento se debe, en parte, a motivos económicos. Cabe destacar que la penalización por hijo también afecta a las parejas lesbianas, aunque no en la misma medida para cada miembro de la pareja. Un estudio realizado en Noruega indica que, incluso en parejas del mismo sexo, las finanzas de la mujer que asume un mayor papel en la crianza del hijo se ven perjudicadas en mayor medida. Los ingresos de la persona que dio a luz caen un 13 %, mientras que los de la otra persona solo un 5 %. En el estudio no se han podido observar estas diferencias en parejas homosexuales masculinas y no se ha recopilado información entre personas de género diverso. La pandemia del covid-19 comenzó en 2020 y tomó el control de nuestras vidas, forzando a alrededor de dos millones de mujeres a dejar de trabajar. No podemos dejar de recalcar las consecuencias trágicas de este suceso. El economista Michael Madowitz hizo las siguientes declaraciones a Jessica Grosse, del New York Times: «Justo antes de que el mundo se viera azotado por la pandemia, por primera vez en la historia, durante unos pocos meses, había más mujeres empleadas que hombres. Sin embargo, en la actualidad, el número de mujeres en el mercado laboral alcanza los niveles del final de los años 80». Esto no solo nos deja con un mercado laboral mucho menos diverso, también tiene consecuencias devastadoras para el futuro profesional y financiero de muchas mujeres. Este periodo de pérdida de trabajo podría perjudicar sus futuras perspectivas de trabajo o, incluso, derivar en una situación de pobreza en la vejez. Además, los estudios demuestran que las mujeres que no logran la independencia económica corren el riesgo de no alcanzar la felicidad o, incluso, acabar en matrimonios violentos.Y la cosa no acaba aquí. La mayoría de estudios indican que las mujeres han sufrido más despidos que los hombres debido a la pandemia. Esto es un hecho cierto en todo el mundo. En marzo, la Organización Internacional del Trabajo de la ONU estimó que la participación de madres con niños pequeños en el mercado laboral cayó un 1,8 % entre 2019 y 2020. En cambio, la de los hombres tan solo un 1 %. Esto ha afectado especialmente a las mujeres negras. Con seguridad, uno de los factores que ha contribuido a esta caída es que las mujeres suelen ser las responsables del cuidado de los niños cuando los colegios y guarderías cierran. No, la vida de las mujeres no es de color de rosa, especialmente en lo que se refiere a las finanzas. De acuerdo con el Informe Global de Brecha de Género, como consecuencia de la pandemia del covid-19, el tiempo necesario para cerrar la brecha de género global ha aumentado en una generación, pasando de 99,5 a 135,6 años. Esto significa que, si la tendencia actual continúa, tardaremos más de 135 años en conseguirlo. En palabras de Francesca Donner, asesora sénior en materia de género, al secretario general de la ONU en una entrevista en 2020: «Nuestra economía formal sólo es posible porque está subsidiada por el trabajo no remunerado de las mujeres. El cuidado y las tareas del hogar caen dentro de un agujero negro, todo lo que sucede dentro de él tiene un valor de cero dólares». De acuerdo con el Informe Global de Brecha de Género de 2022 del Foro Económico Mundial, los hombres pasan solo un tercio del tiempo que las mujeres dedican al trabajo no remunerado. Este incluye el cuidado de los niños y ancianos, cocinar, limpiar, tareas domésticas, facturas y cualquier tipo de labores fundamentales para el funcionamiento del hogar y sacar adelante una familia. Se trata de un hecho que ocurre en todas las culturas y sociedades. Un estudio de Ipsos y Mujeres ONU ha investigado esta tendencia en 16 países y ha descubierto que, durante la pandemia, las mujeres dedicaron 31 horas semanales al cuidado infantil, un aumento respecto de las 26 horas que dedicaban antes del covid. Sin embargo, los hombres tan solo dedicaron alrededor de cuatro horas adicionales a la semana, pasando de 20 a 24 horas. El Centro de Desarrollo de la OECD confirmó en 2014 que el trabajo no remunerado es la «última pieza del puzle» para intentar entender la brecha salarial de género. No obstante, el trabajo de cuidados no remunerado no es lo único que agranda la brecha. Hay más probabilidades de que las mujeres y, en especial, las mujeres de color, trabajen en el sector de los cuidados, por ejemplo, en trabajos de cuidado infantil o de ancianos. A pesar de que se trata de empleos física y emocionalmente exigentes, son profesiones no tan respetadas como deberían. Se trata de un trabajo indispensable, pero, aun así, los empleados suelen estar sometidos a salarios bajos, horas extraordinarias y una movilidad social limitada, tanto en aspectos sociales como financieros.La penalización por maternidad tiene consecuencias devastadoras entre la madres, ya que afecta a su independencia económica, salud mental y mucho más. Pero también castiga al resto de personas. La diversidad en el mundo laboral mejora la toma de decisiones, el ambiente en los distintos departamentos e incluso los resultados de las empresas. Además, los niños con madres trabajadoras se benefician de un modelo de madre en igualdad de condiciones en el mundo laboral. Para rematar, aquellas mujeres que aún no hayan sido madres, la penalización por maternidad podría hacerles pensar que pueden tener hijos o una carrera profesional, pero no ambos.
No te preocupes, hay luz al final del túnel. Hay muchas cosas que se pueden hacer para alcanzar la igualdad salarial de las madres. Solo por mencionar algunas de las iniciativas, existe el cuidado infantil universal, el permiso por nacimiento para madres y padres (u obligatorio para el padre), los créditos tributarios por hijo, el subsidio por hijo por parte del gobierno y los beneficios de jubilación garantizados para las madres que han dejado de trabajar para criar a sus hijos. En este sentido, las empresas también necesitan dar un paso al frente y ofrecer salarios y beneficios más equitativos, como más flexibilidad, trabajo en remoto, tiempo libre remunerado, cuidado infantil en la oficina y salas de lactancia. Por no hablar de seguridad laboral durante y después del permiso por nacimiento. Otro factor muy importante: las madres necesitan aliados en casa. Combatir la penalización por maternidad es una responsabilidad de todos, sin importar nuestro género. Como dijo una vez Gloria Steinham: «Las mujeres no serán iguales fuera de su casa hasta que los hombres sean iguales en ella».
Como cualquier otra forma de discriminación, la brecha salarial de género y la penalización por maternidad son cuestiones de poder, y es la sociedad la que decide quién lo tiene. La buena noticia es que con la suficiente fuerza de voluntad e iniciativa es posible construir un mundo con más igualdad, para nosotros y para nuestros hijos.
¿Qué es la penalización por maternidad?
¿Por qué existe la penalización por maternidad?
Los efectos devastadores de la pandemia del covid-19 para las madres
La brecha de cuidados
¿Cuáles son las consecuencias de la penalización por maternidad?
¿Cómo podemos combatir la penalización por maternidad?
POR ALISON RHOADESRedactor colaborador de N26
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