Los pros y contras de la inversión sostenible

Gracias a la gran cantidad de información sobre inversión disponible en internet y a través de las redes sociales, cada vez hay más jóvenes descubriendo nuevas e innovadoras formas de hacer crecer su dinero. Y, como la presión del colapso medioambiental es cada vez mayor, muchas personas deciden invertir no sólo para conseguir beneficios, sino para aportar nuestro granito de arena y ayudar a que las cosas vayan mejor. Como resultado, las inversiones sostenibles se han convertido en una opción muy popular: en tan solo dos años han crecido un 15 %. Aunque no es un sector tan fácil como puede parecer a simple vista.

Antes de empezar a invertir, es fundamental que te documentes bien sobre el tema y te asegures de que sabes reconocer fondos de inversión sostenibles de confianza que puedan generar un impacto positivo con tu dinero. 

La inversión sostenible es una estrategia de inversión que no sólo tiene en cuenta los beneficios de una empresa, sino que también contempla su impacto social y medioambiental. Se podría decir que la inversión sostenible tiene dos objetivos principales: generar ganancias a corto plazo y causar un impacto global a largo plazo. Al invertir en una empresa respetuosa con el medioambiente, los inversores utilizan su dinero como un derecho de voto para el tipo de futuro que quieren ver. En teoría, cada céntimo invertido en un fondo de inversión sostenible es un céntimo menos que no se destina a empresas e industrias que utilizan combustibles fósiles o que dañan el planeta. 

En los últimos años, la inversión sostenible se ha convertido en mucho más que una moda. Las inversiones en fondos sostenibles se han multiplicado por diez desde 2018, y por 25 desde 1995. Gracias a sus valores de conciencia medioambiental, los inversores de las generaciones milenial y Z están abriendo camino con sus inversiones sostenibles. De hecho, se estima que alrededor de un 66 % de mileniales y un 82 % de Gen Z ya invierten en fondos conformes a los criterios ASG.  

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La sigla ASG proviene de Ambiental, Social y Gobernanza. Los fondos de inversión sostenibles se evalúan de acuerdo a su impacto en estas tres categorías. El criterio ambiental revisa las emisiones de carbono de la empresa, el consumo eléctrico y de agua, así como el gasto. Por otro lado, el criterio social tiene en cuenta su impacto social, incluyendo el compromiso con la ciudadanía y su posición en temas sociales. Por último, la gobernanza comprueba la eficacia con la que la empresa está organizada para ser capaz de impulsar un cambio positivo. Esto implica evaluar la diversidad de su junta directiva, niveles de transparencia, políticas anticorrupción y donaciones y contribuciones políticas.

A menudo, los fondos sostenibles se centran en uno de los criterios ASG, o bien en una combinación de ellos. Por ejemplo, algunos fondos incluyen un conjunto de empresas con una puntuación muy alta en el criterio ambiental o de gobernanza, mientras que otras se centran específicamente en el impacto social. 

El gran problema de los ASG es que no están regulados oficialmente. Las calificaciones las conceden organizaciones de terceros, pero, en la actualidad, no existen normas internacionales que aseguren una evaluación coherente. Desafortunadamente, esto deja la puerta abierta a que algunas empresas hagan un uso ilegítimo de esta certificación para atraer inversores y venderse como más sostenibles de lo que en realidad son. Esto es conocido como ecopostureo o greenwashing.

A medida que ha crecido el interés en la inversión sostenible, también lo ha hecho el deseo de las empresas de posicionarse como compañías afines a los ASG —sin importar si realmente lo son o no—. Y, con la ausencia de una normativa ASG internacional, es muy fácil que los fondos y empresas consigan crear esa ilusión de sostenibilidad. En 2021, el periódico The Economist descubrió que los veinte mayores fondos de inversión ASG invertían en productores de combustibles fósiles, y muchos de ellos también en apuestas, alcohol y tabaco. Esto supone un problema real para aquellos inversores que quieran generar un impacto positivo con su dinero. 

Pero, como inversor, hay un par de cosas que puedes hacer para comprobar si un fondo de inversión es tan sostenible como dice ser.

• Busca la calificación ASG de la organización creadora del fondo de inversión en cuestión e investiga si se trata de una fuente fiable. 
• Leete a fondo la presentación del fondo de inversión. Aquí encontrarás información detallada sobre ellos; esto te será mucho más útil que leerte un folleto, que siempre tendrá un toque más publicitario.
• Revisa todas las empresas que son parte del fondo ASG. Esto te dará una primera impresión de cómo de sostenible es su catálogo. ¿Cuál será tu red flag principal? Ver que incluye cualquier empresa que dependa en gran medida de combustibles fósiles. 

Debido a la falta de normativas en los fondos de inversión sostenibles, lo más importante es que, como inversor, reflexiones sobre qué significa para ti la sostenibilidad. Para algunas personas, el motor principal para alcanzar un mundo sostenible es conseguir la igualdad y crear una sociedad justa. Esto podría significar invertir en empresas líderes en igualdad de género que estén apoyando a las comunidades LGTBIQ+. Para otras personas, la innovación es la clave para poder reducir las emisiones de carbono en el mundo y para crear un futuro sostenible. Si es tu caso, podrías invertir en startups con mentalidad verde con el objetivo de luchar contra el cambio climático a través de sus soluciones tecnológicas. 

En definitiva, solo podrás tomar una decisión informada basándote en la calidad de las fuentes que consultes. La decisión de generar un impacto positivo con tu dinero es maravillosa. Además, siempre se necesita un poco de fé cuando se hace cualquier inversión. Hay una gran cantidad de empresas excelentes y sostenibles, así como fondos que están intentando hacer el bien en el mundo. Solo te hará falta un poquito de tiempo e investigación para encontrarlos. 

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