Cómo pasé el invierno hibernando y cambié mis hábitos económicos
La tranquilidad del invierno me ayudó a ahorrar, a sacar mi lado más creativo para arreglar la casa y a hacer mis primeros pinitos en inversión.
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Sabes que el invierno ha llegado para quedarse cuando acabas hablando del frío que hace en cada conversación. Es el momento de activar el modo hibernación. El año pasado decidí que iba a aceptar la situación por completo y disfrutar de lo a gusto que se está sin salir de casa. Encontré la forma de convertir mi hogar en un lugar más acogedor, hice algunos cambios en la forma de gestionar mi dinero y, al final, acabé ahorrando más de lo que esperaba.
Mi maratón de reparaciones: desde calcetines hasta el grifo de la cocina
A medida que los días se hacían cada vez más cortos, pasaba más y más tiempo en casa, y empecé a darme cuenta de ciertos desperfectos. Eran las típicas cosas que, durante el resto del año, te dan exactamente igual, pero que, cuando te pasas todo el día metida en casa, no te las puedes sacar de la cabeza. Todo empezó con el agujerito de un calcetín que remendé con mucho mimo. Después, le tocó a un jersey con un descosido. Un proyecto me llevaba a otro y, de repente, me vi arreglando todo tipo de cosas de la casa, incluido el grifo de la cocina, que goteaba y que yo llevaba años ignorando.¡Me vine tan arriba que intenté hacer un aislamiento casero! Coloqué una capa doble de papel de burbujas en algunas ventanas por las que entraba aire, pero la curiosidad de mis gatos —y sus afiladas zarpas — se encargaron de devolverme a la realidad. En general, cada reparación que hacía la sentía como una victoria, no solo para mi cartera, sino también para mi salud mental. Arreglar cosas se convirtió en una forma práctica de convertir mi hogar en un espacio renovado, pero sin tener que gastarme un duro.
Desde pequeñas reparaciones hasta renovar el salón por 250 €
Arreglar cosas por casa resultó ser muy satisfactorio y así es cómo, de repente, empecé a ver mi salón con otros ojos. ¡Me di cuenta de que necesitaba un poquito de amor! Después de pasarme horas y horas en Pinterest creando tropecientos tableros, miré mi cuenta del banco y calculé que tenía un presupuesto de unos 250 € para redecorar el salón.El hecho de tener un presupuesto me obligó a tomar decisiones más conscientes. Empecé pintando una de las paredes de color verde oscuro, uno de los pocos tonos que podía combinar bien con un sofá rosa. No me podía creer el impresionante cambio que dio mi piso de paredes totalmente blancas solo por pintar una pared de verde. Transformó la estancia por completo. Compré una mesita de café de segunda mano y una lámpara vintage por eBay, y una amiga me regaló una alfombra que ya no quería. De repente, mi salón se había transformado en un espacio cálido y acogedor. ¡Y conseguí esta preciosidad sin salirme de mi presupuesto!
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Fiesta de inauguración con vino, telebasura y básicos de inversión
Cada vez se hacía de noche más pronto, por lo que mi vida social era cada vez más relajada. Y con eso quiero decir que también era mucho más barata. En vez de quedar con mis amigos en un bar o restaurante, pasábamos la tarde en el salón de alguien del grupo. Organicé hasta una pequeña fiesta de inauguración para celebrar que había acabado de renovar el salón. Probablemente esta sea una de las cosas más treintañeras que he hecho nunca. Como era de esperar, fue todo lo contrario a una fiesta loca. Tomamos un aperitivo, abrimos algunas botellas de vino y nos pusimos a ver episodios de Aquí no hay quien viva. Esto es lo que yo llamo perfección.Durante la fiesta, una amiga nos contó que había empezado a invertir, algo que sorprendió a la mayoría del grupo. Pero entre episodio y episodio, nos dio una clase rápida sobre los fundamentos de la inversión, haciendo que el tema ya no nos pareciera tan intimidante. La verdad es que es algo que no me había planteado nunca, ya que me parecía un problema para mi «yo del futuro». No obstante, escuchar a mi amiga hablando sobre inversiones con tanta soltura hizo que invertir sonara como algo viable. O quizá era simplemente porque estaba en modo hibernación y con la mente puesta en permanecer en la madriguera y guardar provisiones para el futuro. Quizá fue por eso que de repente tenía la mentalidad adecuada. O quizá fue por esa última copita de vino.
Noches de tranquis en casa e inversiones cautelosas
Estuve pensando en lo que me dijo mi amiga y en todo el dinero que había ahorrado al centrarme en redecorar mi «nidito invernal». No era mucho, pero era suficiente como para hacer mis primeros pinitos en el mundo de la inversión. No esperaba que mi dinero creciera una barbaridad, pero me gustaba la sensación de estar dando mis primeros pasos hacia un futuro económico más estable.Puede que el invierno me hubiera obligado a bajar el ritmo, pero también me dio el empujoncito que necesitaba para empezar a pensar en el futuro de una forma distinta. Esas pequeñas inversiones —tanto en mi casa como en mi futuro económico— se convirtieron en el inicio de un modo de vida más consciente. Al final, durante esta época de hibernación, no solo conseguí ahorrar dinero, sino que también descubrí que podía redefinir lo que el confort y la satisfacción significaban para mí. Estas épocas del año más tranquilas pueden ser momentos llenos de aprendizaje: no solo sobre cómo ahorrar más dinero, sino también sobre cómo disfrutar de las cosas que ya tienes. Solo tienes que sentarte a reflexionar mientras ves un episodio tras otro de tu reality show preferido.
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