Cómo podemos mejorar la equidad financiera de las mujeres en todo el mundo

Según la ONU, que las mujeres alcancen la inclusión financiera es un factor clave para contribuir al fin de la pobreza de aquí a 2030. Para entender cómo podemos ayudar a las mujeres a adquirir este nivel esencial de patrimonio, Alina Grotz, de Women for Women International, nos explica algunas cosas muy interesantes acerca de su labor humanitaria.

A nivel mundial, tan solo un 47 % de las mujeres participan en el mercado laboral, en contraste con el 72 % de los hombres. Esta falta de acceso al trabajo se traduce en que, globalmente, un 56 % de las personas que no poseen una cuenta bancaria son mujeres. Así pues, casi mil millones de mujeres no poseen una cuenta bancaria. Esta desigualdad de género financiera no se da en la misma proporción en todo el mundo. Por ejemplo, menos del 30 % de los préstamos de bancos comerciales en países como Pakistán y Sudán del Sur los piden mujeres. En cambio, casi un 50 % de los prestatarios de países europeos, como Dinamarca y Polonia, son mujeres.

En el desempeño de su labor, Alina ha sido testigo en primera persona de este desequilibrio: «En las comunidades en las que trabajamos, la falta de acceso de la mujer a la educación, las oportunidades laborales y los préstamos han creado una enorme brecha salarial y patrimonial: las mujeres ganan menos y, por ende, tienen menos probabilidades de acumular riqueza. Según los estudios realizados, al ritmo actual de progreso, tardaremos 132 años en alcanzar la igualdad total en términos salariales».

La falta de representación en el mundo financiero acarrea consecuencias trascendentales. «La representación es importante», afirma Alina, «y esto se aplica a todos los ámbitos de la vida. Si las mujeres y otros grupos marginados no están representados en las conversaciones financieras, se sienten menos capaces de iniciar una carrera profesional en este sector. Esto también supone un círculo vicioso. La idea de que a las mujeres se les dan peor los números, las finanzas y las matemáticas está obsoleta en muchas partes del mundo occidental. Sin embargo, en los países en los que trabajamos, las mujeres no suelen tener voz ni voto. Esto conlleva un sistema de dependencia y supone un aspecto estructural, fuertemente arraigado del equilibrio de poder patriarcal».

No obstante, cuando las mujeres logran una representación más equitativa, empiezan a producirse cambios positivos. Por cada mujer que ostenta un puesto ejecutivo de nivel C en el sector financiero, un promedio de tres mujeres acceden a puestos de liderazgo. Este fenómeno se denomina efecto multiplicador y, según las investigaciones, un 30 % de representación dentro de un grupo es la masa crítica necesaria para que un colectivo minoritario ejerza influencia en un grupo más grande. 

Por otra parte, Alina añade: «Ver cómo las mujeres tienen éxito en el mundo financiero y están representadas en paneles, plataformas y entrevistas puede alentar a otras mujeres a elegir una carrera profesional similar y, en última instancia, acabar con su falta de representación en los puestos ejecutivos. Por ello, amplificar la voz de las mujeres mediante plataformas y redes puede ayudar a desarrollar un sentimiento de unidad, de amistad inclusiva y de mujeres que se animan unas a otras».

Aumentar el acceso de la mujer a los servicios financieros no solo ayuda a reducir la brecha de género y promueve el desarrollo económico, sino que, además, contribuye positivamente a las conversaciones sobre políticas monetarias y fiscales más ampliamente. Reducir la brecha de género en el mundo laboral disminuye la desigualdad salarial, al tiempo que incrementa el PIB de muchos países en vías de desarrollo. Es más, tal y como subraya Alina, darles una voz a las mujeres de los países en vías de desarrollo puede cambiar sus sociedades más allá del ámbito de las finanzas:

«La voz de la mujer es fuerte y suele amplificar las necesidades de comunidades enteras, en lugar de limitarse a una sola persona. Gracias a nuestros 30 años trabajando con mujeres marginadas que viven en la extrema pobreza en situaciones de conflicto, sabemos que la mujer puede marcar la diferencia: cuando obtiene el apoyo adecuado, redes de contactos, habilidades y conocimientos, no solo puede cambiar su propia vida, sino la de toda una comunidad que lleva décadas en conflicto».

Ayudar a mejorar la realidad financiera de la mujer a nivel global es una tarea muy compleja. Se trata de un esfuerzo colectivo que implica a varios sectores en los que participan legisladores, líderes sectoriales, personajes culturales, movimientos de base y entidades benéficas, como Women for Women International. Aunque el esfuerzo necesario es inmenso, os explicamos de forma concisa algunas de las formas de mejorar la situación financiera de las mujeres en todo el mundo.

A diferencia de los bancos físicos tradicionales, la banca móvil ha intentado igualar las condiciones haciendo que la banca sea más accesible, sobre todo en países con baja penetración bancaria. Las transacciones móviles son especialmente populares en países africanos como Tanzania, Uganda y Kenia; en Ghana, entre 2014 y 2018, aumentaron de un 8 % del PIB a un impresionante 74 % en tan solo cuatro años. 

Además de la banca móvil, las entidades de microfinanciación también han mejorado el acceso a los servicios financieros, sobre todo para las mujeres. Por ejemplo, mientras que tan solo el 10 % de los prestatarios de los bancos comerciales de Bangladesh son mujeres, estas representan el 91 % de los prestatarios de servicios microfinancieros de Bangladesh. Esta tendencia se reproduce en muchos países asiáticos, africanos y latinoamericanos. 

Concederles a las mujeres un acceso a las herramientas y servicios financieros es importante, pero también lo es crear espacios seguros para que las mujeres aprendan, intercambien conocimientos y adquieran una educación financiera. «Sabemos que, principalmente en lo referente al empoderamiento financiero, resulta vital que las mujeres compartan sus ideas comerciales, tengan acceso a los préstamos y sepan cómo los ahorros pueden aumentar su independencia», afirma Alina. «Hemos comprobado que, cuando amplificamos la voz de las mujeres y las ayudamos a unirse, conciben ideas comerciales creativas e innovadoras».

«Con nuestro programa de ahorro para aldeas (Village Savings and Loans Associations; VSLAs), las mujeres marginadas ahorran dinero juntas, fundan empresas comunes, desarrollan cooperativas para aumentar su influencia en el mercado y se conceden préstamos para empresas emergentes a tipos de interés bajos». 

«Estos grupos de ahorro para aldeas suponen un potente instrumento para que las mujeres reclamen su poder y su independencia: sus ideas se escuchan en un espacio seguro y tienen el acceso necesario para hacerlas realidad. En los países de nuestro programa, vemos que amplificar la voz de la mujer conlleva cambios estructurales que transforman comunidades enteras».

No obstante, darles a las mujeres voz y voto apenas surte efecto si los hombres no las escuchan. Según Alina, «los hombres desempeñan un papel fundamental a la hora de amplificar la voz de las mujeres. Debido a nuestra amplia experiencia en muchos países, sabemos que los hombres pueden ser aliados en la lucha por los derechos de las mujeres, sobre todo en sociedades patriarcales. De ahí que muchos hombres hagan las veces de ‘guardianes’ de una cultura que limita las funciones de la mujer y, al mismo tiempo, da forma y limita su identidad masculina. Creemos que dirigirnos a los hombres es una piedra angular a la hora de amplificar la voz de la mujer y proteger sus derechos». 

Adoptar un enfoque integral a la hora de contribuir a la mejora de las circunstancias de la mujer a nivel global resulta esencial para el trabajo de Alina en Women for Women International. «Esperamos que las conversaciones financieras sean cada vez más inclusivas. Según los estudios realizados, más del 90 % de las mujeres de Sudán del Sur son analfabetas, por lo que, obviamente, se enfrentan a barreras financieras distintas a las de, por ejemplo, las mujeres en España. Debemos tener en cuenta estas diferencias y adoptar un enfoque basado en las necesidades, que refleje la realidad de las mujeres de todo el mundo. Solo en ese caso podremos cumplir la promesa de no dejar atrás a nadie».

«Como organización pro derechos de la mujer, nos gustaría ver una representación más inclusiva, poscolonial y diversa de las necesidades y realidades en las conversaciones financieras. El sector financiero sigue siendo elitista y sigue estando dominado por hombres blancos. Si de verdad queremos hablar de igualdad de representación, debemos tener en cuenta y comprender la discriminación interseccional y las estructuras de poder patriarcal».

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