Una mujer toca un instrumento en su cama.

En 2024, pasamos de los propósitos de Año Nuevo

Los propósitos de Año Nuevo no sólo suenan a cliché, sino que están anticuados y no siempre tienen en cuenta tu estilo de vida. Es hora de replantearse cómo empezar el nuevo año.

7 min de lectura

A medida que se aproxima 2024, también sentimos la presión de plantearnos nuestros propósitos de Año Nuevo. Aunque estos objetivos puedan ser bienintencionados, solemos tirar la toalla durante los primeros meses del año, de ahí que nos preguntemos: ¿para qué perder el tiempo con ellos? Este año queremos adoptar un enfoque distinto para esta tradición anual, dándole la vuelta a esta cuestión para cambiar los propósitos estigmatizantes que la sociedad nos exige por otros que se ajusten a nuestra forma de vivir.

Los propósitos raramente tienen que ver con las cosas que te importan

A medida que se nos echa encima el nuevo año, algunos nos dejamos arrastrar por la fiebre de dejar liberarnos de malas costumbres o vicios para empezar el año con buen pie. Pero muchos propósitos de Año Nuevo no tienen nada que ver con quiénes somos, lo que queremos ni nuestra situación en la vida. Más del 62 % nos sentimos «presionados» a ponernos propósitos de Año Nuevo, por lo que estos nuevos hábitos a veces solo reflejan expectativas o ideales de la sociedad que nos sentimos obligados a satisfacer. No es de extrañar que alrededor del 80 % de los propósitos de Año Nuevo fracasen y la mayoría de ellos pierdan fuelle antes de mediados de febrero.  

Tomemos como ejemplo los tópicos de ponerse en forma y ahorrar dinero. Si bien son encomiables, estos objetivos son bastante genéricos y quizás a ti no te digan nada. En ese caso, intentar alcanzarlos se hace prácticamente imposible a largo plazo. Sin motivación, saltarte la clase de yoga una mañana o darte un capricho con alguna compra impulsiva será demasiado tentador. Y, al final, cuando los objetivos se fijan sin tener en cuenta nuestros deseos, necesidades y pasiones, acaban siendo papel mojado. Para darle la vuelta a esto, quizás deberíamos centrarnos en objetivos que tengan sentido para nosotros y que se ajusten a nuestra situación en la vida.

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Olvidamos nuestras prioridades y prometemos la luna

A la hora de marcarte propósitos de Año Nuevo, el principal problema es establecer las prioridades. En primer lugar, debes aceptar que tienes un tiempo, recursos y fuerza de voluntad limitados. A continuación, te aconsejo que evalúes los propósitos con una mirada crítica y te preguntes si dedicar tiempo a un objetivo no perjudicará a otro. Se trata de encontrar el equilibrio para determinar qué prioridades son las más importantes y qué beneficios directos e indirectos esperamos obtener de ellas.

Ponerse demasiados propósitos resulta muy tentador. Hay mucha gente que redacta listas interminables cada año, lo cual acaba abrumándonos o quemándonos. En un estudio, en torno a una de cada diez personas que no logró cumplir sus propósitos reconoció que se había fijado demasiados objetivos​​​​. 

La ambigüedad mata

La ambigüedad puede arruinar hasta los propósitos mejor intencionados. Un propósito bien pensado debe ser personal, detallado, cuantificable y permitir ajustes y mejoras continuas. Los propósitos genéricos suelen carecer del nivel de detalle necesario para poder ser alcanzados. Aquí es donde entra en juego el método de fijación de objetivos SMART: eSpecíficos, Medibles, Aceptados, Realistas y de un Tiempo limitado.

Uno de los puntos fuertes de este enfoque es centrarse en un progreso medible, ya que esto nos permite ajustar los objetivos para adaptarlos a las circunstancias de la vida. También aporta una sensación gratificante mediante el establecimiento de pequeños logros, que pueden resultar muy motivadores. Se trata de un antídoto infalible contra los propósitos ambiguos y poco realistas. Ponerse en forma suena bien en teoría, pero ¿sabes qué es mejor? Ir a esa clase de spinning que tanto te gusta, pongamos, un determinado número de veces al mes. Fijarse objetivos cuantificables que te parezcan realistas hará que sea más fácil perseverar hasta conseguir lo que te hayas marcado como meta.

Los peligros del pensamiento negativo

Los propósitos de Año Nuevo nacen de nuestra voluntad de dejar atrás las cosas que no nos gustan de nuestra vida. Sin embargo, para que un objetivo surta efecto, debes centrarte en lograr algo positivo, como mejorar tu estado de salud, gestionar el estrés con eficacia o avanzar hacia tu libertad financiera. Pasar de una perspectiva negativa a una positiva no es una cuestión meramente semántica, sino que marca la diferencia a la hora de enfocar nuestros objetivos. 

Fijarte un objetivo positivo implica alcanzar el estado que deseas, y no alejarte del que aborreces. Por ejemplo, puedes hacerlo cambiando «Quiero perder peso» por «Quiero estar más fuerte». Esta mentalidad positiva la avalan investigaciones, según las cuales, los propósitos orientados a una visión resultan más fructíferos que los orientados a la evitación. Un estudio demostró que el 58,9 % de los participantes que se pusieron propósitos positivos, orientados a una visión, afirmaron tener éxito; en comparación con el 47,1 %, que tenían propósitos negativos orientados a la evitación.

Otra forma de ver los propósitos para 2024

En lugar de encarar los propósitos de Año Nuevo con el mismo método tradicional (ya que solo funciona para el 8 % de la gente), ¿por qué no intentas abordarlos de una forma poco convencional este año? Esto no sólo aumentará tus probabilidades de éxito, sino que seguro que te resulta mucho más divertido.

Plantéate un tema anual en lugar de un propósito

En lugar de ponerte un propósito, podrías elegir un tema central para el año. Este enfoque implica escoger una palabra o mantra que englobe todas tus aspiraciones para el año entrante. Pongamos que el tema elegido es «equilibrio»: entonces, puedes buscar formas de integrar este concepto en tu rutina diaria, por ejemplo, reorganizando tus horarios para reducir el estrés o haciendo que tus labores cotidianas sean más eficientes y agradables. Un enfoque basado en un tema puede atraer nuevos hábitos, relaciones y conductas que se ajusten más a nuestros valores y objetivos personales.

Márcate propósitos flexibles

La vida es dinámica y nuestros propósitos deben poder adaptarse para incorporar los cambios de nuestras circunstancias y preferencias. Los objetivos rígidos no dan cabida a los cambios de la vida. Por ejemplo, un nuevo empleo o un cambio de tus intereses personales puede hacer que algunos de tus propósitos se vuelvan irrelevantes o inviables. Darte un margen de flexibilidad puede hacer que tus objetivos sean más sólidos, realistas y prácticos, sobre todo a largo plazo.

Establece miniobjetivos 

Los propósitos ambiciosos suelen parecer inalcanzables porque... bueno, porque lo son. Dividir un gran objetivo en hitos más pequeños y manejables puede resultar muy fructífero. Por ejemplo, en lugar de proponerte montar un negocio en el plazo de un año, puedes fijarte miniobjetivos sucesivos: contactar con mentores durante los primeros meses, elaborar un plan de negocio a mediados de año y conseguir el financiamiento inicial a final de año. Este método te permitirá celebrar cada pequeña victoria, sin perder la motivación y haciendo que el objetivo final no parezca tan intimidante.

Acepta los contratiempos (y aprende de ellos)

Seamos realistas: es posible que tus propósitos no salgan como lo has planeado. Pero ver los errores como oportunidades de aprender en lugar de sentirte culpable hará que tu carrera hacia el objetivo sea un logro en sí misma. Por ejemplo, si te cuesta ceñirte a un presupuesto concreto, quizás lo único que necesitas es otro enfoque que se adapte mejor a tu estilo de vida y tus preferencias. Un fracaso nunca es realmente un fracaso si se contempla como una lección. En vez de tirar la toalla, prueba un enfoque distinto: tómatelo como una oportunidad de aprender y crecer, y ajusta tu plan para seguir adelante.


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