Ocho historias de dinero escalofriantes del equipo de N26
Desde fraudes económicos hasta comisiones inesperadas, estas historias reales harán que te rías, te estremezcas y ¡que compruebes qué tal va tu cuenta bancaria!
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Olvídate de casas encantadas, calaveras, calabazas y fantasmas. ¡Este Halloween será más aterrador que nunca! Prepárate para escuchar historias de dinero reales que dan mucho yuyu. Desde la historia de un fraude económico hasta una cena desastrosa y muy cara, los miembros del equipo de N26 nos cuentan sus peores experiencias económicas. Amigos traicioneros, facturas sorpresa y una megabotella de vino que nadie había pedido. Estas historias te pondrán los pelos de punta y harán que compruebes tu cuenta bancaria más a menudo.Cuando estaba estudiando en el extranjero, un día me di cuenta de que pasaba algo raro en mi cuenta bancaria: me faltaba dinero. Miré uno de los extractos y comprobé que había varias retiradas que no había hecho yo. Lo primero que pensé fue que tenía que ser un error, porque no había perdido la tarjeta. Pensé que era imposible que alguien tuviera acceso a mi cuenta. Llamé a mi banco y entonces fue cuando me soltaron la bomba: ¡no era un error! Alguien había usado mi tarjeta para sacar dinero del cajero de al lado de la universidad. Lo más raro de todo es que nunca me di cuenta de que me habían quitado la tarjeta. En ese momento tenía un grupo de amigos bastante grande, así que concluí que uno de ellos me había mangado la tarjeta para sacar dinero y, después, me la volvió a guardar en la cartera sin que me enterara.Cuando tenía mi primera tarjeta de débito, no se me daba muy bien llevar un control de mis gastos. Pensaba que si me quedaba sin dinero, me rechazarían la tarjeta y ya está. Resulta que no: el banco me cobraba 35 € de comisión por descubierto por cada transacción. Claramente, me enteré de esto a las malas después de una noche nostálgica en iTunes: compré veinte canciones a 99 centavos cada una. Cuando me metí en la cuenta del banco, me quedé en shock: estaba en números rojos con una deuda de 720 $ porque ¡cada canción me había costado 35,99 $!Hace poco me fui de cena con amigos de amigos y, cuando llegó la hora de pagar, acabé metido en el «desembolso grupal» más doloroso de mi vida. Una del grupo era una tía con mucha pasta con cero conciencia de la situación económica de los demás. Queríamos algo simple, así que decidimos compartir una botella de vino de 40 €, pero ella se empeñó en ir a echar un vistazo rápido a la bodega del restaurante. Veinte minutos después estaba de vuelta con una botella de vino enorme, que era más viejo que el camarero que nos estaba sirviendo. Dijo que invitaba ella porque quería probarlo sí o sí, pero cuando trajeron la cuenta hubo un plot twist inesperado: la persona que había organizado todo propuso pagar a partes iguales, ya que resultaba más «fácil». ¡Sería más fácil para ella! Por culpa de esa botella de vino añejo —que sabía igual que un vino normalito del súper— la noche salió por más del doble de lo previsto.Mi marido y yo queríamos quedarnos de tranquis en casa y hacer algo romántico, así que nos fuimos al mercado y le echamos el ojo a unas patas de cangrejo —la cena perfecta para una noche especial—. Pedimos dos pensando que no podían ser tan caras, 20 o 30 € como mucho. Entonces, el pescadero nos dio la buena nueva : ¡casi 100 €! Cogimos la bolsa con una sonrisa de oreja a oreja y la confianza más falsa del mundo —en plan «ah, sí, pues claro que sabemos cuánto cuestan las patas de cangrejo»— y nos fuimos muertos de vergüenza. Lección aprendida: si algo no tiene precio en el mercado, ¡pregunta cuánto cuesta antes de pedirlo!Este año, tenía un buen presentimiento cuando me puse a hacer la declaración de la renta. Pensaba que me devolverían algo de dinero —quizá un par de cientos de euros—, ninguna barbaridad, pero lo suficiente como para darme un capricho. Os podéis imaginar mi cara cuando me llega la carta de la Agencia Tributaria anunciándome que la declaración había salido a pagar... y no poco, sino MILES de euros. No solo querían que lo pagara a cuotas durante el resto del año, sino que también me exigían que les diese un adelanto para el año siguiente .Por suerte, después de una llamada telefónica eterna, me dijeron que se trataba de un error informático. De repente, mi peor pesadilla económica resultó ser un simple fallo.Cuando me fui de Erasmus a Alemania, no podía pagarle el alquiler al casero porque tenía un IBAN alemán, así que le pedí a mi asesor financiero que lo hiciera por mí. Fue el peor error de mi vida. Sin querer, le mandó la fianza y el alquiler dos veces, y me dejó la cuenta seca en tan solo 24 horas. Cuando le pedí que lo solucionara, me dijo que el dinero ya no estaba y que tendría que arreglármelas por mi cuenta. Así que, ahí estaba yo, llamando a mi casero suplicándole que por favor me devolviera el dinero.Cuando aún vivía en mi país, me acababa de mudar a una nueva ciudad y acabé viviendo a una puerta del piso de mi hermana. Un buen día, alguien tocó a la puerta. Abrí y preguntaron por mi hermana. Sin pensarlo dos veces, les dije que yo no era ella, que era su hermana. Darles esta información adicional fue un error fatal. Esta persona me dio un sobre para ella y me dijo que, siendo hermanas, también podía dármelo a mí. Dentro del sobre había una carta oficial en la que le reclamaban el impago de varias multas de aparcamiento por un total de 6.000 €. Si me hubiera callado, quizá nunca habría recibido la carta, pero gracias a mi sinceridad accidental, le tocó pagar una multa bastante abultada.Hace unos años, acababa de empezar en un nuevo trabajo y estaba muy contento porque me iban a pagar un bono de 3.000 € por los gastos de traslado. Me vine arriba y decidí comprarme un móvil nuevo para darme un capricho, pensando que tendría más que suficiente con este dinero extra. Pero ¿qué pasó? El gobierno se llevó la mitad y yo me quedé con solo 1.500 €, o sea, que casi no me llegaba para pagar el teléfono. Acabé pelado, en una ciudad nueva y viviendo de mi descubierto durante meses. Lección aprendida: asegúrate siempre de que sabes cuánto dinero te van a dar antes de hacer un gran gasto.
Con N26 nunca vivirás una historia de terror económica. Todas nuestras tarjetas Mastercard cuentan con tecnología 3D Secure, y con notificaciones push en tiempo real, siempre estarás al tanto de la actividad en tu cuenta, por lo que tu dinero siempre estará seguro. ¡La tranquilidad no te la quita nadie!
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