Bel Merens habla de la universidad, de sus viajes y de cómo hacer realidad tus sueños

Cuando era pequeña, en Buenos Aires, Bel Merens no sabía qué quería ser de mayor; lo único que sabía es que su empleo del futuro tenía que combinar el trabajo en una oficina con sobradas ocasiones de viajar. Bueno, y también estimular su faceta creativa. Después de estudiar Licenciatura en Dirección de Negocios Globales en la UADE (Universidad Argentina de la Empresa), Bel consiguió un puesto en N26, donde ahora trabaja en el departamento de Employer Branding. Lo ha dado todo para lograrlo, pero no está dispuesta a conformarse con eso: «Solo quiero ser la mejor versión de mí misma y hacer que mi empresa sea superexitosa. Quiero aprender cosas nuevas, interactuar con la comunidad y hablar con personas de otras empresas. Es mucho trabajo, pero ¡me encanta!». Hemos hablado con Bel para hacer un repaso a sus logros y saber cómo ha influido su experiencia en la universidad en su carrera profesional. Nuestra entrevista se ha resumido y editado para mayor claridad. 

¿Puedes empezar contándonos algo de ti misma, dónde te criaste y qué intereses tenías antes de ir a la universidad?

Tengo 24 años y nací y me crié en Buenos Aires, Argentina. Pasé toda mi vida allí; siempre he vivido en la misma casa. Sin embargo, por unas oportunidades que surgieron en mi universidad, tuve la ocasión de viajar bastante. Me vine a Europa y, al final, acabé en Berlín. 

Cuando eras pequeña, ¿a qué querías dedicarte cuando fueses mayor?

Supongo que todo empezó al ver a mi padre volver del trabajo. Siempre llevaba traje y tenía uno de esos tarjeteros que se utilizan para abrir puertas... ¡Me parecía fascinante! La imagen del traje imponía muchísimo. No sabía qué quería estudiar ni en qué sector acabaría, pero sabía que quería trabajar para una empresa. Quería tener un equipo y un director; quería hablar con los clientes y trabajar con otros equipos. Siempre tuve la convicción de que mi sitio estaría en alguna oficina. 

Hablemos de tus estudios. ¿Dónde cursaste tus estudios universitarios y en qué te especializaste? 

Me costó mucho elegir una universidad. Tenemos varias universidades muy buenas en Argentina, sobre todo en materia de negocios, que era lo que yo quería estudiar. Al final, escogí la UADE porque me enamoré de sus salidas profesionales y porque ofrecían un grado en Dirección de Negocios Globales. También me brindaba muchas oportunidades de viajar: Erasmus, prácticas en otros países, etc. Esta carrera despertó mi interés porque sabía que me prepararía para una vida internacional repleta de viajes. Esto, de nuevo, se debe a mi padre. Es director de ventas y viajaba a otros países por trabajo, donde establecía muchos contactos. Y a mí eso me resultaba muy atractivo. Otra de las cosas que me encantaban de estos estudios de grado era que se cursan en inglés. Siempre he considerado el inglés como un idioma poderoso y quería dominarlo. 

¿Cuáles son los recuerdos más vívidos que guardas de tu paso por la universidad?

Cuando pienso en mi experiencia universitaria, siempre pienso en mis compañeros. Muchos procedían de otros países; recuerdo que me acercaba a la gente y decía «hola», en español, pero ellos no hablaban mi idioma. Me pareció magnífico, ya que eso me obligaba a practicar el inglés de verdad. También trabajábamos mucho en equipo. Tener que trabajar con personas de otras culturas es maravilloso, pero también complejo. Hoy en día me sigue pasando en N26, pero la carrera me dio mucha práctica. 

¿Hubo alguna asignatura que te ayudara a determinar con certeza tu futuro profesional?

Las clases de marketing eran apasionantes. Por ejemplo, teníamos prácticas comerciales en las que hacíamos un intercambio con una universidad de Italia. Sus alumnos venían a nuestra universidad y trabajábamos en fundar una empresa y trasladarla a Italia. Esta experiencia me encantó; aprendí mucho interactuando con aquellos alumnos. La clase se impartía los viernes y siempre tenía ganas de que llegara ese día. La profesora era bastante joven, lo cual me impactó, porque sabía muchísimo. Además, el hecho de que fuera mujer resultaba motivador. 

¿Cómo comenzó tu andadura profesional? 

En la universidad me dieron la oportunidad de estudiar seis meses en el extranjero. Así que me fui a Italia y, estando allí, hice mi tesis, que versaba sobre el sector fintech. Obviamente, conocía N26 y soñaba con que algún día tendría suficiente experiencia para poder trabajar ahí. Así que, cuando empecé a buscar empleo y vi la página de N26 en LinkedIn, me dije: «¿Por qué no?». Presenté mi candidatura a varios puestos y al final me dieron el que quería, que era en el equipo de contratación. Era el sitio ideal para empezar, ya que podía estar en contacto con muchas áreas, y decidí que era el más adecuado para mí.

Además, como candidata, no siempre tuve muy buenas experiencias con los procesos de contratación. Las entrevistas son estresantes, no te contestan... Los candidatos a menudo se preguntan: ¿por qué no dan señales? Por eso tenía muchas ganas de introducirme en el proceso y tratar de mejorarlo desde dentro. ¡Pero claro, el proceso aquí era tan bueno que no tenía mucho que hacer! En fin, empecé en contratación, pero más tarde comenzamos a trabajar en proyectos de marca de empleador y descubrí que ese era mi futuro. Estoy a punto de cumplir un año en la empresa y me trasladé a Employer Branding hace tan solo un mes. Pero he trabajado con ellos desde el primer día; siempre he admirado la labor de este equipo. Siempre he sido muy creativa y he disfrutado con todo lo que tenía que ver con la creatividad, pero sabía que no quería dedicarme al mundo del arte. El employer branding combina la creatividad con el resto de mis habilidades, lo que me motiva para venir al trabajo cada día. 

¿Así que este fue tu primer trabajo después de la universidad?

Hice unas prácticas de dos años mientras estudiaba, así que siempre he trabajado y estudiado al mismo tiempo. Creo que es una experiencia que todo el mundo debe tener, sobre todo en estas carreras, en las que viene muy bien asistir a clase y leer libros, pero también poner en práctica lo aprendido. 

Trabajar mientras estudiaba me ayudó mucho; sobre todo, a gestionar el tiempo. También mejoró mis habilidades comunicativas y me ayudó a negociar con personas en las empresas. Por otro lado, quería cerciorarme de que esta actividad era la adecuada para mí. Probé unas prácticas en finanzas, más tarde en ventas, en recursos humanos... Quería barajar distintas opciones. 

Al parecer, pensabas de forma estratégica acerca de lo que querías. Es admirable que estuvieras tan centrada en encontrar el trabajo en el que más cómoda te sintieras. ¿Qué es lo que más te gusta del employer branding? 

Creo que poder crear algo importante: tener una idea y llevarla hasta el último término. Soy una persona muy visual, así que, cuando podemos crear algo no solo con buen aspecto, sino también con buen contenido, me involucro mucho. A veces, el proceso es complejo, pero siempre merece la pena cuando ves los resultados. En pocas palabras, me encanta mi trabajo. Tenemos una nueva directora que empezó casi al mismo tiempo que yo. Es maravillosa: posee una excelente personalidad, sabe muchísimo y tiene un montón de experiencia profesional. Para mí, es un auténtico ejemplo a seguir.

Actualmente estoy gestionando eventos, lo cual me encanta; es mi pasión. Cuando llegas al evento y ves que todo tu trabajo ha valido la pena, es lo mejor. Me gustan especialmente los eventos de contratación; poder contratar personas de enorme talento y verlas trabajar en la oficina resulta muy gratificante. También disfruto trasladando nuestra marca al público, sobre todo a los jóvenes que están estudiando. Y disfruto con todo lo relacionado con el diseño gráfico o creando procesos dentro del equipo para que cualquiera pueda acudir a nosotros y decir: «Oye, queremos hacer un evento, o crear activos, o publicar algo en las redes sociales»; y que dispongamos de procesos que no les resulten complicados; esto es algo que me importa mucho. 

Echando la vista atrás, ¿qué habilidades que adquiriste en tus estudios pones en práctica hoy? 

Yo diría que el trabajo en equipo, sin duda; resulta muy útil. La comunicación también, sobre todo a la hora de tratar con una persona distinta a ti, que quizás ni siquiera habla el mismo idioma. La mayoría de nosotros hablamos inglés, por supuesto, pero de maneras distintas. Es más, la comunicación no consiste únicamente en hablar: necesitamos empatía para «entendernos» unos a otros. Eso lo aprendí en la universidad. 

¿Tienes otros recuerdos de la universidad que quieras contarnos? 

Hay algunos profesores que siempre llevaré en el corazón. En ocasiones, tuve conversaciones profundas con ellos, acerca de mis experiencias y mis sueños. Recuerdo a una profesora que se llamaba Alejandra. Le dije que quería viajar y trabajar en Europa, y me dijo: «¡Tú puedes!». Recuerdo que le dije: «Claro que no puedo», ante lo cual ella respondió: «¿Por qué no?». Empezó a instruirme, me enseñó a tener más seguridad en mí misma y me ayudó a creer que podía alcanzar mis sueños. Pienso mucho en ese momento. Y, hoy en día, hay estudiantes de mi universidad que me contactan para preguntarme cómo pueden hacer como yo y venir a Europa a trabajar, ¡así que tengo la oportunidad de devolver la ayuda que recibí!

¿Qué les aconsejas a esos estudiantes? 

Lo primero, que crean en ellos mismos. Eso es algo que a mí a veces me falta, sobre todo cuando era más joven. La frase «cree en ti mismo» puede parecer cursi, pero es totalmente cierta. Aparte de eso, haz todo lo posible por hacer realidad lo que quieres. Haz prácticas, aprende otros idiomas, investiga, habla con otras personas o contacta con ellas en LinkedIn. Quedarte parado y esperar a que las cosas sucedan no creo que te lleve muy lejos. Creo que hay que atreverse e intentarlo. 

¡Muchas gracias, Bel, por charlar con nosotros!