El dilema de las vacaciones cuando vives fuera: ¿viajar a nuevos destinos o visitar a tu familia?

Según se van acercando las vacaciones de verano, el común de los mortales se plantea más o menos las mismas preguntas: ¿playa o montaña?, ¿una semana en una capital europea o 15 días en Canarias? Para aquellas personas que han abandonado su país natal para buscar un futuro mejor o por los motivos que sean, la realidad es bien distinta. Además de la Navidad, las vacaciones de verano suelen ser una ocasión de oro para visitar a los amigos y familiares que dejaste en tu país de origen. Si formas parte de este último grupo de personas, lo más probable es que la elección de tu destino de vacaciones pueda acabar generándote estrés y sentimientos de culpa. En el artículo de hoy te damos las claves para que puedas tomar una decisión que te permita disfrutar a tope de tus próximas vacaciones, vayas donde vayas.

Como cada persona es un mundo, la situación de aquellos que han abandonado su país en busca de una vida mejor no es nunca idéntica. No es lo mismo tener que cruzar el charco para visitar a tus amigos y familiares que poder plantarte en casa en sólo un par de horas, y eso influirá lógicamente en tu decisión. Cuanto más lejos esté tu lugar de origen, más días tendrás que pasar allí para poder sacarle el máximo partido a tu visita.

Si te has decidido por esta primera opción, hay una serie de cosas que puedes hacer para que el viaje valga realmente la pena:

• Sé fiel a tu decisión: este consejo es válido elijas el destino de vacaciones que elijas. Una vez hayas tomado una decisión, procura no ponerla en duda cada dos por tres. Trata de ver todos los puntos positivos que ofrece tu ciudad o país de nacimiento. Además de la oportunidad de poder ponerte al día con la gente a la que quieres, volver a tus raíces te permitirá seguramente reconectar con sabores o experiencias que creías olvidados. Déjate llevar por el torrente de sensaciones que suelen envolvernos en este tipo de viajes y relájate para volver a tu nuevo hogar con las pilas recargadas.
• Aprovecha el tiempo: el hecho de que vayas a visitar a tus familiares y amigos no implica necesariamente que tengas que quedarte todos los días en casa de tus padres viendo cómo se acerca el día de tu vuelta. Si vas a quedarte suficientes días, puede que haya llegado el momento de explorar como un turista cualquiera las zonas de tu país de origen que todavía no conoces. También puedes intentar embaucar a familiares o amigos para que te acompañen y así pasar con ellos la mayor cantidad de tiempo que puedas.
• Tómatelo con calma: esta recomendación puede parecer contradictoria si tenemos en cuenta la precedente, pero lo más importante es que te diviertas sin caer en el agotamiento, al fin y al cabo son tus vacaciones. El número de días que puedas pasar en tu lugar de nacimiento determinará el número de planes que podrás hacer dentro de los límites de lo razonable. Márcate unos objetivos realistas para que tu visita no acabe estresándote y obligándote a tomarte unos días de vacaciones cuando vuelvas a tu país de adopción. Si viajas con el dinero justo, establece un presupuesto para evitar llevarte sorpresas desagradables cuando compruebes el estado de tu cuenta bancaria al volver a casa.

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Además de las mejoras económicas que suele traer consigo la emigración, muchas de las personas que toman la difícil decisión de abandonar su país, lo hacen también para conocer una nueva cultura y experimentar las diferencias que pueda tener con respecto a su país de procedencia. Conocer a fondo el país al que has decidido mudarte no resulta fácil si cada vez que se acercan las vacaciones sientes la obligación o la necesidad de volver al país de tu infancia.

Las ventajas de pasar las vacaciones de verano en tu país de adopción son innumerables: te ahorras el dinero de los billetes de avión, tren o autobús, puedes invertir el tiempo que te hubieran supuesto los desplazamientos en tus vacaciones y lo que es más importante, podrás conocer a tu país de elección desde una perspectiva bien distinta. Si te mudaste a un lugar más frío y lluvioso, no hay mejores fechas para descubrirlo a fondo que durante los meses más calurosos del año. 

Otra opción a tener en cuenta es la de viajar a los países vecinos del lugar en el que hayas decidido empezar una nueva vida. Además de las ventajas que acabamos de mencionar, aprovechar el verano te permitirá conocer en profundidad destinos a los que en circunstancias normales sólo puedes dedicarles un puente largo como mucho.

Es cierto que si tu familia o tus amigos te hacen reproches velados, o no tan velados, cada dos por tres por no ir a verles con la frecuencia que les gustaría, puedes acabar viviendo un calvario a causa de los sentimientos de culpa en lugar de disfrutar de tus vacaciones. Como mencionamos antes, si has decidido quedarte en el país en el que comenzaste una nueva vida, debes mantenerte firme en tu decisión. Intenta transmitirles con mano izquierda que todavía no ha llegado el momento para que volváis a veros. Si no vas a ir a verlos en verano, siempre puedes proponerles que vengan ellos a visitarte o hacerte perdonar visitándolos un par de semanas en Navidad, las vacaciones para pasar en familia por excelencia.

También existe la posibilidad de que en el fondo lo que más te apetezca sea conocer una nueva cultura y cambiar de aires. Si llevas mucho tiempo sin irte de viaje y la última vez que lo hiciste fue para visitar a tu familia, es completamente lógico que te apetezca aprovechar tus días libres para partir en busca de lo desconocido.

Playas kilométricas, selvas exuberantes, cadenas montañosas, desiertos con extensas dunas… El mundo está repleto de paisajes con los que desconectar y crear recuerdos que te acompañen hasta tus próximas vacaciones. Si a ello añadimos el disfrute que supone probar una gastronomía exótica, conocer gente nueva, aprender de los usos y costumbres de una sociedad extranjera, las razones por las que merece la pena plantearse viajar a un nuevo destino son realmente incontables. 

Si esta opción es la tuya, no te lo pienses dos veces: prepara la maleta, comprueba que tu pasaporte no ha caducado y embárcate en una nueva aventura. Si esta decisión levanta ampollas tanto en tu nueva ciudad como en la antigua, piensa que si has hecho tantos sacrificios dejando a tus seres queridos atrás, tienes todo el derecho del mundo de pegarte un capricho de vez en cuando.

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